Del canto perdido...
...o quizás no se ha perdido aún, pero corre grave riesgo de estinción.
Y es que de este tipo de canto melismático, o mejor dicho, este tipo de ornamentación intríseca del canto melismático, aún siendo una caracteristica del canto tradicional en España, a quedado reducida su práctica -como mucho- a la música flamenco-andaluza y a la de aquellos cantantes como Antonio de Molina. Y es curioso como, si nos damos una vuelta por el ancho mundo musical de la tradición oral, a la hora de cantar y ornamentar el canto, o de emitir la voz -abierta, con esa sonoridad de la tierra-, encontramos un gran paralelismo con otras tradiciones musicales alejadas de nuestra península como son la isla de Córcega, Bulgaria, Georgia. ¿Por qué es presumiblemente descabellado abordar la música medieval aplicando esa misma manera de emitir la voz y la improvisación de formulas ornamentales típicas de ese canto si en el poso de todas las músicas tradicionales en torno al mediterraneo aún pervive su práctica?
Para aquel que guste de investigar y estudiar, animo a escuchar por un lado a una cantante bulgara: Galina Durmushliyska de Vedrina, provincia Dobrudja, noroeste de Bulgaria. Ha colaborado entre otros con Omar Faruk en su album Alif. Y luego escuchar una de las voces femeninas españolas de hoy -para mi gusto sorprendéntemente ornamentada- Diana Navarro. Si escuchamos abiertamente y sin prejuicios y partimos de la base de que ambas cantan en idiomas diferentes y posiblemente escalas muy distintas, la manera de ornamentar el canto es identica...
Recuerdo una graciosa anécdota un día que se me ocurrió decir, algo que había leído, que en la música tradicional iraní y en la zamorana -y la salmantina- existían claras conexiones que estaban empezando a plantearse seriamente musicólogos y estudiosos, pues entre otras cosas, ambas usaban escalas con cuartos de tonos, práctica que se estaba perdiendo por el declive del mundo rural y la falta de fidelidad de ciertos grupos de música tradicional que trastocaban estos cuartos de tono acercándolos -dependiendo- a sostenido o bemol, presuponiendo -dada su clara ignorancia- que los ancianos -o no tan ancianos- cantores populares desafinaban o habían perdido voz.
Afortunádamente para nosotros, se han realizado numerosas grabaciones de campo, donde se puede estudiar el canto tal cual es, sin este filtro corruptor que malogra el verdadero caracter de la música popular.
Al escuchar tal afirmación -que ya digo, no era de mi cosecha, sino de estudiosos del tema- entre carcajadas alegaban a la manera de chiste que yo, con aquel ferviente espíritu zamorano, estaba afirmando algún tipo de exodo antiguo desde Zamora hasta la península iraní... por aquello de que hay zamoranos hasta en la luna -bueno, realmente el dicho popular dice de los gallegos -primos hermanos-, y es que aquellos amigos de los que hablo me habían soportado muchos comentarios patrióticos y de arraigo con la región zamorana desde que empecé a tocar la gaita de fole... que estaban un poco hasta el gorro -sin ánimo de ofenderme- de mi zamoranidad... pero es que ya se encargaron mi padre y mi abuelo de infundarme este amor que siento por mi pueblo y por aquella sierra de la culebra, que...
ay! salo,
no lo cambio por nada.
Enlaces de interés
Galina Durmushliyska
UT. Proyecto de Recuperación de la Música Medieval
Y es que de este tipo de canto melismático, o mejor dicho, este tipo de ornamentación intríseca del canto melismático, aún siendo una caracteristica del canto tradicional en España, a quedado reducida su práctica -como mucho- a la música flamenco-andaluza y a la de aquellos cantantes como Antonio de Molina. Y es curioso como, si nos damos una vuelta por el ancho mundo musical de la tradición oral, a la hora de cantar y ornamentar el canto, o de emitir la voz -abierta, con esa sonoridad de la tierra-, encontramos un gran paralelismo con otras tradiciones musicales alejadas de nuestra península como son la isla de Córcega, Bulgaria, Georgia. ¿Por qué es presumiblemente descabellado abordar la música medieval aplicando esa misma manera de emitir la voz y la improvisación de formulas ornamentales típicas de ese canto si en el poso de todas las músicas tradicionales en torno al mediterraneo aún pervive su práctica?
Para aquel que guste de investigar y estudiar, animo a escuchar por un lado a una cantante bulgara: Galina Durmushliyska de Vedrina, provincia Dobrudja, noroeste de Bulgaria. Ha colaborado entre otros con Omar Faruk en su album Alif. Y luego escuchar una de las voces femeninas españolas de hoy -para mi gusto sorprendéntemente ornamentada- Diana Navarro. Si escuchamos abiertamente y sin prejuicios y partimos de la base de que ambas cantan en idiomas diferentes y posiblemente escalas muy distintas, la manera de ornamentar el canto es identica...
Recuerdo una graciosa anécdota un día que se me ocurrió decir, algo que había leído, que en la música tradicional iraní y en la zamorana -y la salmantina- existían claras conexiones que estaban empezando a plantearse seriamente musicólogos y estudiosos, pues entre otras cosas, ambas usaban escalas con cuartos de tonos, práctica que se estaba perdiendo por el declive del mundo rural y la falta de fidelidad de ciertos grupos de música tradicional que trastocaban estos cuartos de tono acercándolos -dependiendo- a sostenido o bemol, presuponiendo -dada su clara ignorancia- que los ancianos -o no tan ancianos- cantores populares desafinaban o habían perdido voz.
Afortunádamente para nosotros, se han realizado numerosas grabaciones de campo, donde se puede estudiar el canto tal cual es, sin este filtro corruptor que malogra el verdadero caracter de la música popular.
Al escuchar tal afirmación -que ya digo, no era de mi cosecha, sino de estudiosos del tema- entre carcajadas alegaban a la manera de chiste que yo, con aquel ferviente espíritu zamorano, estaba afirmando algún tipo de exodo antiguo desde Zamora hasta la península iraní... por aquello de que hay zamoranos hasta en la luna -bueno, realmente el dicho popular dice de los gallegos -primos hermanos-, y es que aquellos amigos de los que hablo me habían soportado muchos comentarios patrióticos y de arraigo con la región zamorana desde que empecé a tocar la gaita de fole... que estaban un poco hasta el gorro -sin ánimo de ofenderme- de mi zamoranidad... pero es que ya se encargaron mi padre y mi abuelo de infundarme este amor que siento por mi pueblo y por aquella sierra de la culebra, que...
ay! salo,
no lo cambio por nada.
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Galina Durmushliyska
UT. Proyecto de Recuperación de la Música Medieval
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